Ninguna de las comidas en las fotos que acompañan esta nota es comida de verdad. Son shokuhin sampuru (食品サンプル): réplicas plásticas de comida hechas a mano que reemplazan o complementan los menúes escritos en los restaurantes japoneses.
Imprime la leyenda
Cuenta la leyenda que quien se denomina el creador de la “falsa comida” japonesa, Takizo Iwasaki se inspiró en las gotas de cera que caían de una vela y vio en esa textura algo similar a un omelette, que luego recreó con el mismo material. Se lo regaló a su esposa quien, en un primer momento, no pudo distinguirlo de uno real.
Esa es, al menos, una versión. La otra señala que, después de la Segunda Guerra Mundial cuando Japón recibió gente de otras latitudes e idiomas, fue necesario crear una alternativa para que los comensales que no hablaban ni leían japonés pudieran pedir qué querían en los restaurantes.
Las réplicas llevan tal nivel de detalle que muchas veces se esculpe cada uno de los ingredientes que lleva un plato para luego mezclarlos en el producto terminado y así obtener mayor realismo. Sin embargo, la clave para los entendidos en el tema es un balance entre este realismo y lo estético: el éxito no es que se parezca lo más posible al plato real sino que den más ganas de probarlo.
Las muestras primero se hicieron con cera y luego -hasta los años 80- con parafina, pero los colores de esta última se iban desvaneciendo con el paso del tiempo y la exposición al sol así que actualmente estas pequeñas obras de arte se moldean en policloruro de vinilo del que se dice que es “prácticamente eterno”.
Todo ganancia
Estos modelos Sampuru sirven a varios propósitos: evaden la barrera linguística (porque permiten a quien va a comer que señale exactamente lo que quiere recibir en su mesa), dan ganas de comer, no tienen fecha de vencimiento y no se desaprovechan alimentos sólo para exhibirlos al público.
Esta respuesta ingeniosa ya trascendió la utilidad para convertirse en una marca registrada japonesa.
Aparte de su impecable nivel de detalle “las falsas comidas” movilizan una industria inmensa. En la ciudad de Gujo Hachiman, que se considera el centro de su elaboración, una única fábrica hace más de ciento treinta mil piezas por año. Cada una de ellas, a mano.
Fuentes: Japan Brand, The Guardian, Fake Food Japan.
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