La caricaturista francesa Emma hizo simple lo que para muchxs parece complicado: una explicación dibujada del acoso, el abuso, la cultura de la violación y el consentimiento:

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Cuando iba a la primaria, nunca almorzaba en la escuela, siempre iba a la casa de mi niñera con algunos compañeros de clase.

Un día, cuando llegamos, su hermano estaba de visita.

A mis amigos les cayó bien enseguida porque sus chistes los hacían reir.

Pero a mí le gustaba “molestarme”.

Me hacía sentir incómoda pero tenía miedo de decir algo.
Cuando nos estábamos yendo, se agachó sobre mí con su aliento a cerveza y me dio un beso.

Volviendo a la escuela, me dolía mucho la panza y tenía el presentimiento de que lo que me había pasado no era normal.

Pero claramente, yo era la única que pensaba así.
Realmente la única. Al día siguiente:


Este es el momento preciso en que teníamos ocho años y un adulto nos enseñó que estaba bien que un hombre “moleste” a una nena, especialmente si le gustaba.
Y que sin haber hecho nada, solamente porque era linda y tierna, yo lo había provocado, era algo que traía conmigo.

Este mito es omnipresente en nuestra sociedad: como los hombres no son capaces de contenerse, las mujeres tienen que taparse y tratar de ser menos atractivas para evitar “problemas”.

Esto se denomina cultura de la violación.
Estamos inmersxs en esta cultura mientras crecemos. En la primaria, los chicos nos persiguen para mirar abajo de nuestras polleras.

Pero claro, eso era normal. Después de todo, los adultos incluso hacen canciones sobre esto.

En los últimos años de la primaria, nuestros compañeros nos desabrochaban el corpiño en clase.

En la secundaria, nos tocaban o besaban cuando estábamos desprevenidas.

Yo tuve mi primera experiencia sexual a los 18 años. Mi compañero fue abusivo conmigo.

Pero como yo tenía interiorizado que así es como son las cosas, ni siquiera traté de defenderme.
Ambos sabíamos que forzar a alguien a hacerlo estaba mal, pero también sabíamos quiénes hacían ese tipo de cosas

Desconocidos.
Necesariamente feos, necesariamente violentos y necesariamente acechando alrededor de playas de estacionamiento o calles oscuras.
Mi novio no era desconocido, feo ni violento. Era un tipo común y corriente con tendencias abusivas…

…Que había crecido en una cultura que lo alentaba a comportarse de esa manera.
Cuando se lo conté a mis amigas, me di cuenta de que la mayoría de nosotras había pasado por algo similar.

En ese momento entendimos que para combatir la cultura de la violación, no es suficiente estar atentas a los violadores en playas de estacionamiento oscuras.
También teníamos que hablarlo con los hombres en nuestras vidas: nuestros hermanos, nuestros amigos, nuestros padres, nuestras parejas…
Y enseñarles a no buscar tener sexo a cualquier precio, sino sexo que sea clara y libremente consentido.

Pero siempre que sacaba el tema, la reacción era la misma:

Incluso cuando admitían que en algún momento de sus vidas habían pasado de largo el consentimiento informado de su pareja, eso no era lo más importante.
La parte más importante era que no se percibían a sí mismos como abusadores sexuales.





Yo no, entonces… ¿Qué hacemos?

Pero la idea de que promover la cultura del consentimiento va a arruinar la seducción está profundamente arraigada.


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