Se llama impuesto rosa y es, ni más ni menos, que una estrategia de marketing: las empresas de consumo masivo descubrieron que las consumidoras están dispuestas a pagar más por el mismo artículo si está comercializado como exclusivo para ellas.
Así, con un mero cambio estético y en el enfoque para venderlo el mismo perfume, el mismo desodorante o el mismo jabón pasa automáticamente a ser “para mujeres”. Y, con ello, también automáticamente aumenta su precio de venta.
El pink tax (“impuesto rosa”) no es solamente un fenómeno local, pero en Argentina un relevamiento reciente hecho en más de 500 puntos de venta revela que las mujeres pagan entre un 5 y un 100% más por las versiones “femeninas” de los mismos productos genéricos o “para varones”.
La belleza cuesta caro
El efecto es notable en los artículos de perfumería y belleza, y esto no es casualidad. Paloma Bokser, vicepresidenta del Centro de Educación al Consumidor sugiere:
“La sociedad le inculca a la mujer que tiene que invertir mucho en su aspecto porque eso sinónimo de éxito y felicidad. Este imaginario responde a construcciones sociales promovidas quizás por las mismas empresas para luego justificar los sobreprecios”.
Píntalo de rosa
Sin embargo, la variación de precio “por rosa” no es exclusiva de estos rubros: muchos de los otros ejemplos de productos para ellos/ para ellas van hasta el ridículo. ¿Qué hará de diferente la calculadora de la izquierda para ser más cara que la de la derecha?
¿Qué podemos hacer al respecto?
En primer lugar, ahora que lo sabemos, comparar: ver si hay alguna diferencia sustancial o si la misma maquinita de afeitar en azul te funciona igual de bien.
Y, también, verlo en contexto: no son sólo algunos centavos. Si pensás que es tan fácil como “comprar el otro”, tené en cuenta que esta es solo una faceta de muchas desigualdades por género: desde la disparidad en el mercado laboral y los salarios hasta los impuestos (inevitables) en los productos de higiene, que poco tienen que ver con la belleza, como las toallas femeninas o los tampones.
Fuentes: WomanTax, Clarin, La Nación.
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