Las competencias olímpicas requieren años de entrenamiento y se definen por milímetros o centésimas de diferencia, por lo cual toda técnica que ayude a mejorar es bienvenida por los atletas de élite.
Una vez en la vida
La esquiadora Laureanne Ross, en el gimnasio. Unnoficial Networks
Una de las disciplinas de los XXIII Juegos Olímpicos de Invierno es el esquí. Y, si bien los deportistas tienen la posibilidad de probar la montaña donde van a competir un par de veces antes, para la medalla de oro de su vidas “un par de veces” parece insuficiente.
Así que, gracias al uso de un software de 360 grados y cascos de realidad virtual, los atletas trasladan la experiencia del campo al propio gimnasio y llegan con innumerables horas de práctica en el recorrido “real”.
Con la vista en la meta
Si bien la realidad virtual (simulaciones por computadora complementadas por cascos y anteojos de inmersión en el ambiente) se usa con frecuencia en otros deportes, como béisbol o fútbol americano, en este caso fue el equipo olímpico norteamericano de los juegos de invierno en la ciudad de Pyeonchang quienes la hicieron centro de su entrenamiento.
Todo pasa por la mente
La realidad virtual, aquí, provee la sensación de estar en la pendiente y moverse al ritmo que van a tener en la nieve: pero más que incidir en lo físico, hace que los atletas sientan que conocen el lugar y que saben cómo responder.
Más que imitar, entonces, la tecnología les da la capacidad de aumentar su confianza a partir de la práctica.
Acá podés ver y escuchar el mismo entorno con el que se preparan los esquiadores:
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